"Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas" (Proverbios 25:28 NTV)
En la antigüedad las ciudades tenían murallas que las rodeaban. Las mismas cumplían con los objetivos de marcar límites y dar seguridad. Una ciudad sin murallas estaba desprotegida y era presa fácil para enemigos que las quisieran atacar. De la misma manera, es fundamental en nuestra vida que podamos tener dominio propio. Aunque tengamos todos los recursos, el potencial y las personas adecuadas a nuestro alrededor para alcanzar grandes metas, si nos falta el control propio podemos echarlo todo a perder. Tener dominio propio no nos garantiza el éxito en lo que emprendamos (necesitamos diferentes cosas), pero la falta de control sí nos garantiza el fracaso. Muchas veces, aunque podamos recibir diferentes ataques del exterior, nuestro peor enemigo no está afuera sino en nuestro interior. Por tanto el dominio propio es el que nos ayuda a no permitir que malas actitudes, palabras y acciones se hagan una realidad.
Que nuestra oración sea ¡Señor ayúdame a tener dominio propio!
Gabriel Fischer
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