martes, 24 de mayo de 2016

¡FLECHAS EN NUESTRAS MANOS!


Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen en nuestra juventud son como flechas en manos de un guerrero. Salmos 127:3-4 RVC



Ser padres es un tremendo privilegio pero a su vez una tremenda responsabilidad. Nuestros hijos según lo que notamos en el pasaje bíblico son un regalo y una recompensa que Dios nos da para que disfrutemos y cuidemos. Pero, a su vez, ellos son "flechas" que no permanecerán bajo nuestra tutela por siempre. Una flecha ha sido creada para ser lanzada y de la misma manera nuestros hijos un día "serán lanzados a la independencia", por ende es muy importante que nuestra tarea ayude a que ellos puedan "dar en el blanco" , es decir cumplir con el propósito que Dios tiene preparado para sus vidas, desarrollando sus potenciales. Para poder ser eficaces en esta tarea debemos guiarlos a descubrir sus talentos, habilidades, para que sean totalmente auténticos. Pero creo que también es muy importante que los ayudemos a desarrollar su carácter, a que sepan aceptar los límites, a que puedan ser saludables en sus relaciones interpersonales. Esto lo logramos no tanto impartiendo información sino con el ejemplo. Un padre que perdona enseña a perdonar, un padre que critica enseñar a criticar, un padre conflictivo genera hijos conflictivos, un padre caprichoso lo más probable es que tenga hijos caprichosos, etc. Los hijos son un reflejo de lo que somos nos guste o no. Por tal motivo la pregunta que debemos hacernos es : ¿estamos dando lo mejor para formar a nuestros hijos para que sigan el propósito de Dios y puedan ser hombres y mujeres saludables en esta sociedad? La escuela, la iglesia y demás organismos pueden ayudarnos y colaborar con esta tarea, pero la responsabilidad es nuestra y debemos hacernos cargo. Cuidemos de no ser estorbos, sino facilitadores que con mucho amor, pero también con ejemplo y guía podamos "lanzar esas flechas que hoy tenemos en nuestras manos" de la mejor manera.

Gabriel Fischer

lunes, 16 de mayo de 2016

TARJETA DE PRESENTACIÓN



Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la perseverancia que tenemos en unión con Jesús, estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. Apocalipsis 1:9 NVI

Que interesante es leer la forma que utilizó Juan para presentarse. Podría haber optado por: "yo el profeta del altísimo" o el "Obispo del Señor" o "el apóstol de Jesús", pero lo hizo de una manera simple y a su vez más impactante para sus lectores. Se solidarizó, se identificó con la realidad de persecución que estaba pasando la iglesia, lo cual seguramente permitió que su mensaje tuviera más cabida. Frente a esto me preguntaba, ¿Cómo me estoy presentando ante las personas? ¿Qué dice mi "tarjeta de presentación"? ¿Mi forma de hacerlo me lleva a ser más accesible a los demás, a que puedan considerarme compañero de ellos? ¿Mi manera de acercarme a los que me rodean es sencilla, humana, o con mis títulos marco una diferencia que crea barreras y me eleva a una posición de superioridad?

 Creo que la autoridad, el respeto, la lealtad, no vienen porque la impongamos con nuestros "nombres", sino por un liderazgo de servicio que busca hacer crecer al otro, darle apoyo y respaldo. Esto implica ponernos al lado de las personas para guiarlas, para ayudarlas. También conlleva buscar que el otro crezca, se desarrolle y persevere a pesar de sus dificultades. A diferencia de un liderazgo impulsado por la imposición y el hacer valer nuestro nombre, un liderazgo de servicio seguramente nos llevará a obtener frutos más genuinos.
¿Qué dice tu tarjeta de presentación?



Gabriel Fischer