jueves, 10 de septiembre de 2015

¿HASTA QUE LAS GANAS LOS SEPAREN?





Hoy un matrimonio no necesita motivos para divorciarse.
Hoy la infidelidad ya no es causa de divorcio.
Hoy un matrimonio no necesariamente debe vivir bajo el mismo techo.
Hoy se pueden hacer diferentes contratos prenupciales para resguardar el patrimonio de cada cónyuge.
Hoy lamentablemente muchos optan por probar, por ver si son “compatibles” (principalmente sexualmente) para luego contraer o no matrimonio
Hoy las frases que caracterizaban una ceremonia matrimonial como: “Yo… te quiero a ti, … como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe”. Han quedado en el olvido para muchos o son mencionadas sólo como parte de una liturgia pero que no expresa el compromiso real de las personas.
Pero aunque la sociedad cambie, los valores sean alterados y el narcisismo, hedonismo, individualismo y tantos otros “ismos” caractericen la cultura posmoderna… DIOS Y SUS PRINCIPIOS SIGUEN INALTERABLES. Pueden tildarlos de anticuados, pasados de moda, absolutistas o tantos otros calificativos pero siguen siendo la mejor elección porque contemplan el plan, el diseño original de Aquel  que formó al hombre y la mujer y dio origen al matrimonio y la familia.

Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24)

Ya no son más dos, sino una sola carne; Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

Gabriel Fischer

miércoles, 9 de septiembre de 2015

“LA FAMILIA DEL DESCALZADO”




 Entonces su cuñada se acercará a él y en presencia de los ancianos le quitará la sandalia del pie, le escupirá en la cara y dirá: “¡Así se hace con el hombre que no quiere dar descendencia a su hermano!”  Y su familia será conocida en Israel con el nombre de “la familia del Descalzado”. Deuteronomio 25:9-10 (DHH)


En el contexto judío existía una ley  que consistía en que una mujer viuda que no había tenido hijos se podía casar con uno de los hermanos de su fallecido esposo. Esta ley era para conservar el nombre familiar, proteger a la mujer, continuar con las propiedades en la familia  y la descendencia familiar.  El pariente podía negarse a contraer matrimonio pero tal actitud era considerada una deshonra, y su familia, como menciona el pasaje,  iba a ser conocida como “la familia del descalzado”.  Más allá de que las relaciones familiares son muy diferentes hoy en día lo que podemos extraer de este pasaje es el valor  y la actitud de compromiso que se le daba al cuidado de la familia. En la actualidad muchas veces la familia pasa a un segundo plano y los intereses personales llevan a las personas a descuidar su hogar. El sentirse bien hoy lleva a muchos a no pensar en dejar un buen legado para las futuras generaciones. Lamentablemente muchas familias son reconocidas por sus carencias, problemáticas, disfuncionalidades y por las malas decisiones de sus miembros que traen deshonra a la misma. Hoy siguen habiendo “familias del descalzado”. Pero la buena noticia es que en Cristo podemos construir un hogar saludable que impacte la sociedad reflejando los principios bíblicos y deje un mejor legado para las futuras generaciones.



Gabriel Fischer