La sanguijuela tiene dos bocas que
chupan, y gritan: “¡Más, y más!” (Proverbios 30:15 NTV)
La sanguijuela tiene la característica
de adherirse a su víctima y permanecer allí hasta que se
llena.
Es muy importante que tengamos anhelos y
sueños, pero, ¡cuidado! que esto no nos lleve a caer en la ansiedad y la
obsesión, y a vivir una vida consumista.
La mentalidad de consumo nos sumerge en
el individualismo, el egoísmo, la ingratitud, la insatisfacción, al apego
desmedido de las cosas. Nos lleva a poner la atención en lo que el otro tiene y
puede ofrecerme, y no en su persona. Hacemos del consumo el propósito descuidando
las verdaderas razones y valores de las cosas. Recalcamos y reclamamos nuestros
derechos pero obviamos nuestras responsabilidades. En cambio el que hace del
“dar” un hábito es más feliz. El dador
invierte, entrega, reproduce, transforma. Es sabio para manejar sus
recursos pero a su vez generoso.
"La
verdadera grandeza de un hombre no se mide por lo que tiene sino por lo que
da"
Gabriel Fischer
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