“Encontrarás
las casas muy bien abastecidas con bienes que tú no produjiste. Sacarás agua de
cisternas que no cavaste y comerás de viñedos y olivares que no plantaste.
Cuando hayas comido en esa tierra hasta saciarte, ten
cuidado de no olvidarte del Señor, quien te rescató de la esclavitud de
Egipto” (Deuteronomio 6:11-12)
Somos el resultado de un proceso.
Ocupamos una posición o alcanzamos un objetivo no sólo por nuestro esfuerzo
sino por la contribución que otros (principalmente Dios) hicieron en nosotros.
Olvidarnos de esto resulta muy peligroso para nuestra vida. Por ende valorar y
ser agradecidos por lo que Dios ha hecho por nosotros valiéndose de diferentes
medios y personas es fundamental para cultivar una buena actitud y mantenernos
saludables. Nunca nos debemos olvidar de dónde salimos, quién nos sacó y cómo
logramos lo que tenemos.
Gabriel Fischer
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