martes, 1 de noviembre de 2016

¿QUÉ HAY QUE CORTAR?




En una oportunidad, luego de haber finalizado su mensaje, una mujer se acerca a su pastor y le dice:
-          Me molesta su corbata. Usted me ofende con esa corbata tan larga.
El pastor le responde:
-          Señora, discúlpeme. Enseguida lo resolvemos. Entonces pidió una tijera, se la entregó a la mujer, y le dijo:
-          Corte la corbata, para que tenga un largo que no le moleste. Y la mujer la cortó. Luego, tomando la tijera, el pastor declaró:
-          Muy bien, usted cortó lo que le molestaba. Ahora le digo lo que a mí me molesta: su lengua, señora.

Muchas veces ponemos la atención en ciertas cosas y nos olvidamos del valor que tienen nuestras palabras. Que importante es que utilicemos nuestra lengua para bendecir, construir, ayudar al otro y no para maldecir y derribar.
No caigamos en el chisme, la murmuración, comentarios fuera de lugar, palabras vanas, la crítica destructiva (a espaldas del otro), a hacer de las quejas un hábito, a prestar oídos a cosas que dañan nuestra vida y terminan influyéndonos para también hacer mal uso de nuestra lengua.
Somos llamados como hijos de Dios a ser ejemplos a través de nuestras palabras, a generar un ambiente de bendición por medio de lo que decimos.

“Dios el Señor me ha dado una lengua de sabios, para saber cómo consolar a los cansados. Todas las mañanas despierta mis oídos para que escuche como los sabios” (Isaías 54:4)

Gabriel Fischer

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