Un turista fue asaltado por ladrones mientras transitaba
por un camino solitario. Le quitaron todo lo que llevaba y lo condujeron a las
profundidades de un bosque. Allí en la oscuridad ataron una cuerda en la rama
de un árbol y lo hicieron aferrarse a la punta de la misma diciéndole que
estaba colgado sobre un profundo precipicio. En el momento que soltara la
cuerda se destrozaría contra las rocas del fondo. Y se fueron. El hombre luchó
por sostenerse con desesperación pero cuando no pudo más soltó la cuerda y cayó
pero no hacia un precipicio porque se encontraba sólo a pocos centímetros del
suelo. Todo esto había sido una estrategia de los ladrones para tener tiempo
para escapar.
Cuantas veces vivimos atados a cosas que
no nos permiten avanzar. El temor, la inseguridad nos llevan muchas veces a no confiar
en las promesas de Dios y vivir por fe. Lamentablemente muchas veces somos
presa fácil de “ladrones” que nos instan a estar ligados a cosas que nos causan
cierta seguridad pero no nos permiten experimentar todo lo que Dios tiene
preparado para nuestras vidas. Te animo a que te sueltes, a que te arriesgues,
a que le creas a Dios y puedas experimentar la vida abundante que tiene
preparada para tu vida.
“…Liberémonos
de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera
que tenemos por delante” (Hebreos 12:1 RVC)
Gabriel Fischer
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