Las muchas actividades, la rutina
diaria, las presiones de la vida, etc., nos pueden llevar al agotamiento,
aburrimiento, a la falta de interés y entusiasmo por las cosas, y por ende al
estancamiento. Cuando entramos en esta “zona crítica de stress” es de suma
importancia que hagamos un alto para “revitalizar” nuestra vida. Según el
diccionario revitalizar es “otorgar mayor
vitalidad o vigor a algo”, “dar fuerzas y consistencia. Dar a algo nueva vida o
actividad, especialmente después de un período de deterioro o inactividad”.
Revitalizar implica recibir nuevas fuerzas y recuperar el entusiasmo, el
movimiento y el esplendor o crecimiento que estábamos teniendo. En Jeremías capítulos
30 y 31 encontramos promesas maravillosas de Dios para el pueblo de Israel, las
cuales daban esperanza de un nuevo tiempo y satisfacción frente a la angustia
de la esclavitud. Dentro de las promesas que se pronuncian encontramos la
siguiente: “Yo satisfaré el hambre y la
sed de la gente triste y fatigada” (Jeremías 3:25). Si hoy la “esclavitud”
a un sistema, rutina, programas, etc. hace que vivamos sin ganas, faltos de propósito,
como en “piloto automático” permitamos que la presencia renovadora de Dios
infunda nuevas fuerzas en nuestra vida. Busquemos a Dios para obtener liberación
de toda presión interna o externa y así poder vivir una vida plena y saludable.
Gabriel Fischer